No capisco niente
El italiano se me va en collera. Es que sencillamente no puedo con los pronombres combinados, que es juntar absolutamente todo y ponerlo junto, separado, al principio y al final. La Leticia, mi profesoressa, me mira con cara de "esta tontona de donde salió". No entiendo nada de lo que me dice en italiano, tengo que decirle a mis compañeros que me lo traduzcan, ni siquiera las tallas que dice. Cuando llega el signore Coniglio, el director del Instituto, ni siquiera logro reirme con sus chistes. Lo miro con una sonrisa de simpatía, mientras intento desifrar en mi mente el enredo. Y yo que pensaba que el italiano iba a ser fácil. Pero ahí estoy yo, los lunes y miércoles tratando de entender algo. A veces siento que es una tortura estar ahí y que me sería mil veces más fácil aprender chino mandarín. Pero como le busco el lado amable de mi ignorancia, adapté el rol de la compañera pelusona. Sentada en la última fila, me dedico a conversar con Néstor, el niño de al lado, decirle a la Vivi, la que se sienta adelante mío que su pelo me provoca envidia y mirar de reojo a la Italia buscando su sonrisa cómplice ante mi desconcierto idiomático. Y parece que hablo tanta incoherencia que la semana pasada la Leticia mi profesora me recomendó que no me dedicara al periodismo. Es que comenté que faltaba un compañero a clases porque estaba preso por narcotraficante. Y fue ahí que todo mi curso gritó que yo era periodista... La verdad es que a la pobre Leticia se desencajó, pensó hasta dónde llegaría el periodismo chileno conmigo adentro. Lejos. Digo yo. |