sábado, febrero 25, 2006

Sin Banderas en Quillota

La Cony me invitó a su casa en Quillota, para que me fuera unos días. Yo, ni tonta podía rechazar una invitación que me hace constantemente hace dos años atrás, cuando la conocí. Así que el miércoles agarré un bus desde Viña y partí para la tierra de las paltas y las chirimoyas, eso sí la noche anterior y aprovechando el impulso tuve que ir a comprarme dos carteras muy monas, una cobre y otra plata, muy re huachominas que me miraban mal. Bueno, ese fue un dato rosa.
Llegué a Quillota y me bajé obedientemente donde me dijo la Coni, aunque me quedé dormida en el bus y me desperté desesperada con la sensación que había olvidado llamarla en las termoeléctricas. Su casa, un verdadero espá, para mi cuerpecito un poco estropeado con tanto trago y comida del finde. La piscina es exquisita y el sol Quillotano uno de los más buenos del mundo, o por lo menos, para mí, que estoy acostumbrada a quedar ultra fucsia y pasar de un suácate al blanco invierno. Así que agarré un tostado fascinante que envidiaría hasta la propia Luli Salazar.
En las noches veíamos el festival y nos quedamos conversando hasta que la lengua se nos cansaba de tanto hablar. Jugamos cartas y scrabble, y yo siempre perdía ante todo el familión de la Coni, pero creo que me entrené harto y el último de mis juegos puse la palabra "Cádiz" y ojo, me eché 51 puntos al bolsillo... buena, o no?
La cuestión es que con la Coni estamos locas por Sin Bandera y ante una nula posibilidad de ir a verlos a Viña, decidimos acercar la cabeza a la tele y sacarnos fotos con Sin Bandera, eligiendo más al rucio que al guatón. Y para darle todo el caché festivalero, hicimos unos carteles de los más ñoños que decían "Sin Banderas, te amo y saludos a San Miguel", aunque el más top de todos era el que tenía el nombre del novio.
Ultra pelusas.




martes, febrero 21, 2006

Todo pasándola

Estoy en Viña, que está ultra llena, con muchas gente y con Reñaca que no es ni parecido al que parece en la televisión. No está lleno de potos sin celulitis y mujeres del tipo "uff, qué desgraciadas esas yeguas". Hay mucho quinceañero, tanto, que nos fuimos de la Scratch por exceso de sub 20. Horror.
Tipo dos de la mañana nos fuimos al Casino, que no está tan glamuroso como antaño (pero qué estoy diciendo, si no es Mónaco!!!). La vez anterior estaba lleno de gitanos. En fin. Me encontré con Gonzalo Egas, que s bien churrazo y este cirujano plástico el Zahri, que le hubiese hecho ojitos para que me regala una abdominoplastía pagada por su fundación.
Tal como dije, y sin haber celebrado el día de los enamorados, me dediqué a jugar y ganar. Gané. Gané. Gané. Tenía los dados en mi poder, siempre salía al que yo apostaba y hasta tenía un grupitos de fans que me miraban con cara de envidia. Incluso me pasaban fichas para que las multiplicara. Me sentí como Jesús y la multiplicación de los panes y los pescados. Esa noche la terminamos a las 5 queriendo que nos abrieran en el J. Cruz para comernos una chorilana, y como nos nos resultó, nos fuimos al Muelle Barón.
Qué rico estuvo.
Aún me falta contar mi perseguimiento a Felipe Avello en su Hammer Limusine.
Y tengo fotos!
Escribió con un bikini calipso.
El Ojo No Incomoda

martes, febrero 14, 2006

San Valentín y yo

Si Alejandro Sanz y su soledad no se llevan bien, mi relación con San Valentín es inmensamente peor...

  • Corría el 13 de febrero del 2000 y venía llegando de Aguas Calientes. Estaba en Cuzco y con mi hermana y un futuro pinche nos fuimos a comer comida china-peruana a un chifa. Todo iba bien y hasta la Guale había atinado a irse antes a la residencial. Un rato mi pinche y yo salimos a dar una vuelta por Cuzco, pre día de los enamorados. Lo fatal fue cuando yo me empecé a sentir pésimo, mal, mal y me puse a vomitar en un increíble monumento histórico peruano!!! Creo que yo fui el precedente de Cadima. Me pasé todas las cuadras camino a la residencial vomitando frente a cuanto monumento peruano existiera, mientras el pobre hombre me agarraba la frente. Yo no sé si soy la cagá o el susodicho tenía el medio estómago. Al día siguiente me llegó regalo del día de los enamorados. Una semana después me pedía matrimonio en una iglesia en Arequipa. Al mes, ya no se acordaba de mí.
  • El dos mil uno yo estaba en Antofagasta de vacaciones en la casa de la Savita. Como una vez más no tenía pololo, me daba lo mismo San Valentín. Lo más choro fue cuando llegó Carlos, el mismo 14 de febrero, a buscarnos a la Savita y a mí para salir a celebrar. Nos trajo una rosa a cada una, llevamos una botella de vino tinto, copas y nos compró unas pizzas y cenamos en la costanera de Antofagasta mientras veíamos los fuegos artificiales. Horas más tarde me tuve que hacer la cansada para que la Savita y Carlos pudieran celebrar solos.
  • Este San Valentín ya tenía pololo. Estaba feliz, pero le salieron mejores planes y se fue de vacaciones a Europa de Este con su mamá. Para mala pata mía, me dejó sin la celebración del día de los enamorados, sin la celebración de nuestro primer y único aniversario, y de mi cumpleaños. Lo bueno, mil llamadas de larga distancia, varios regalos y nuevamente sin que yo tuviera un Día de los Enamorados como la gente.
  • El dos mil 3 yo estaba nuevamente soltera. Habíamos pasado el día de la piscola en Ancud y decidimos hacer un amigo secreto para el día de los enamorados con la Carola, Gabriel, Vito y yo. Creo que compramos en Castro un regalo muy apurados y celebramos esa noche en Ancud. A mí me llegó un regalo muy fome.
  • El dos mil cuatro tenía pololo. Todo iba bien, hasta que tipo 13 de febrero nos dió por enojarnos, cuando yo ya le había ido a comprar, acompañada por la Coni un regalo, un oso de peluche blanco, como el de la coca cola, ultra cursi. Ese año el 14 de febrero fue sábado y a mí me tocó turno en la Upi. Lo pasé re mal, el novio nunca me llamó para saludarme, y yo me quedé picada.
  • Dos mil cinco. Este sí que fue mi año. Como 25 días antes a mi novio se le ocurrió patearme. Onda "no me dan ganas de verte" y "hasta dejé de quererte" escuché entre sus palabras de despedida. Me pasé todo el verano llorando, tomando, llorando, tomando y llamándolo ebria para pedirle explicaciones. Di más jugo que Zuko. Me pasé el día de los enamorados llorando, mirando como en mi casa llegaban un desfile de globos, peluches, rosas, ropa, zapatillas e invitaciones para comer a mis hermanas.
  • Dos mil seis. Me rebelé. No más día de los enamorados. Rechazé ultra conciente una invitación a almorzar de mi novio y acepté irme a la playa a tomar sol. Seis años consecutivos de malos Días de los Enamorados pueden ser una muy buena cábala. Por algo me va bien en los casinos.

Escribió con un bikini fucsia.

El Ojo No Incomoda.

sábado, febrero 04, 2006

Una mala madre

Estoy de vacaciones, son una especie de vacaciones-cesantes, del tipo cerraremos la oficina todo febrero, te quedaste sin pega, quizás puedas volver en marzo. Es medio raro, porque estoy de vacaciones, pero si me lo hubieran preguntado, preferiría mil veces más tener pega. Sin plata no hay vacaciones. Si soy cesante, tampoco.
Estos días me he dedicado a hacer las cosas que no he podido. Primero, levantarme tarde y ver matinales. Ver el SQP y encontrarme con un millón de argentinas siliquinosas que pelean por ser Miss algo. Si tuviera más personalidad me presentaría para el Team crema anti celulitis o el Team Xenical. Pero hasta el momento no me han llamado. También he dormido harta siesta y he comido harto. Y fui a dar una vuelta al centro.
También fui a jugar con la Solcito, una sobrinita de 7 meses exquisita. Si yo fuera la Vivi (mi prima y la mamá de la Sole) habría dejado mi pega y me habría dedicado a ser manager de la Solcito, es que es una guagua realmente linda. Esas lindas, de comercial de pañales. Si fuera por mí, la haría una Cristell y viviría de ella y me abanicaría con los billetes, pero como la guagua no es mía, no puedo no más.
Así que me pasé la mañana con la Solcito. Por Dios que dan pegas las guaguas! La verdad es que la Solcito tiene nana, así que mi preocupación no pasaba por ninguna tarea de la onda, dale comida, múdala o algo por el estilo. Yo sólo tenía que jugar y me ganó. Esas tres horas fueron como un intensivo de spinning, aeróbica, abdominales, pilates y aerobox. Y yo, lo único que quería era que se quedara conmigo tranquila, mientras yo leía un reportaje muy re bueno de la Paula.
Cuando me fui, me sentí una mala madre. O sea, ni siquiera puedo entretener a un niño ajeno, menos voy a poder educar a alguna criatura si la tengo. Es que las guaguas son demasiado cansadoras y absorbentes. Es que no podía estar ni un minuto sin chupar todo lo que pillaba. En fin, después de esa jornada con la Solcito, decidí que no voy a tener hijos. Demasiado trabajo y parece que yo soy muy floja.