De los políticos, al que siempre adoré fue a Francisco Vidal. No sé, como que ponía la boca chueca, tenís un pelo bonito, es simpático, me encantaba. Corría el 2004 y mi turno comenzaba a las 4 de la tarde. Yo siempre llegaba encima de la hora, así que como a las 3.55 me llamaron al celular para decirme que había una pauta, que el ministro Vidal iba a hablar a las 4 y que me tenía que ir rajada, que por mientras me pedían un taxi. Me acuerdo que llegué y la editora me dió la dirección de la casa de Vidal y cuando le pregunté de qué onda y de que se trataba lo que iba a hablar, la Paula me respondió "van a pelar a la derecha". Lo mismo de siempre. Pesqué la grabadora y partí en el taxi. En el auto, el taxista y yo íbamos tratando de averiguar dónde quedaba la casa, yo media nerviosona, jurando que iba a llegar al final de las cuñas y que no tenía con quién conseguirmela. Llegué a la casa de Vidal y veo que va saliendo el canal 13. Qué horror. Camino un poco más y veo a Vidal sentado en su terraza de madera y con sillas blancas. Está hablando con TNV. Sólo con ellos. Me shoquié. Horror. ¡Vidal está hablando con cada uno de los medios!!! Y para más remate, después venía yo. Creo que en esos 4 minutos de colapso nervioso traté de enchufarme en el tema. Pero iba para atrás todo el rato. Vidal estaba dando respuestas a un cosa que había dicho la Udi en la mañana y de lo que yo no tenía idea. Las manos me temblaban, quería dejar la grabadora y salir corriendo por el pasaje de Vidal, perder la memoria y olvidar el periodismo por siempre. Me quería morir. Termina Vidal de hablar con los del 7 y la Deborah, su jefa de prensa le dice: Ministro, ella es Romina que viene de... Vidal se paró y me saludó. Me dice algo como si le pregunto al tiroy me ofrece un café. Con Vidal estábamos de frente, parados en su terraza y yo le digo: "Ministro, NO SÉ que preguntarle". Osea, nadie en el mundo tiene al ministro, al vocero de Gobierno y no se le ocurre qué preguntarle. Y él, viendo de mi cara de desesperanza, me agarra la cabeza y me da un beso en la frente!! yo caí rendida, me dice que no me preocupe y que la Deborah me va a ayudar. Así que puse la grabadora y lo miraba como me respondía mientras la Deborah le hacía las preguntas detrás mío. Me acuerdo que lo miraba con cara de estúpida, entre enamorada y avergonzada por el papelón periodístico que había tenido. Es que peor, yo no era una estudiante de periodismo. Ya estaba egresada. Agarré a besos a Vidal y salí de su casa, resignada a tomar la micro cerca del Parque Intercomunal para llegar al centro a escribir mi nota. Iba saliendo con la cola entre las piernas cuando me encuentro con el chofer del radiotaxi, y el señor todo amable me dice: La vi tan perdida, que mejor la esperé. Así que agarré el auto y me llevó de vuelta a la agencia. Desde ese día que a Vidal lo adoro. Y al periodismo lo odio. |