Yo no soy su enemiga

Hoy tuve una conversa con mi mafia, léase mis hermanas, sobre la mala cuea que hemos tenido las 4, o casi las cuatro, quizás 3, de tener suegras que son como el perejil. Tengo el ego alto, lo sé. Pero lo que digo lo digo porque estoy conciente de lo que valgo, como diría L'Oreal y toda esa huifa. Yo no sé por qué la suegra y yo somos como el aceite y el agua y el vinagre y la vinagreta y todos los aliños de la ensalada. Como que parecemos que nos llevamos bien, pero en el fondo, estamos peleando. Y agarrándonos de las mechas.

La verdad, me estoy llendo la chancho. Mi primera suegra fue un pan de Dios en un pololeo escolar. Súper buena onda, pero nunca fuimos amiguis, si la veía conversábamos, si llamaba al pololo nos saludábamos y me mandaba regalos cada vez que viajaba, y como viajaba harto, me llegaban muchos. Así que tengo los mejores recuerdos.

Para que no piensen que se me cae el caset, de los siguientes 2 pololos de años, haré como una pequeña mezcla. Sin ofender y siendo muy objetiva, yo siempre fui más linda que mis pololos, por lo tanto ayudaba bastante a mejorar la raza. Pero claro, estas señoras no entendían el concepto y quizás preferían a la chulita de barrio ex de novio que tanto cariño le tenían. Nada que hacerle. Ni que yo anduviera con el pelo fucsia, el aro en la ceja y los pantalones debajo de las gualetas. No, cero, aritos de perla y bien vestida como siempre. Y horror, el pelo siempre lindo a base de estresantes tardes donde Harold que me deja el rucio como si fuera de cuna. Cosa que claramente no valoraban estas señoras.

Siempre recuerdo a una ex suegra que no me pescaba ni en bajada hasta que se enteró que mi papá es dueño de lo que es dueño. Qué cambio radical por Dios, yo me quedé en estado de shock y con ataque surtido.

También recuerdo el día del cumpleaños del novio en que la madrina me hizo una emboscada con torta, frente a todos, 10 segundos antes de empezar a cantar el cumpleaños feliz. Claro que mantuve la dignidad y al día siguiente ardía troya en mi noviazgo por culpa de la tía regalona que en una emboscada meses antes me había agarrado para contarme que novio era un niñito muy querido y que no iban a dejar que cualquier peuca se lo llevara... y bueno, años después una peuca se lo llevó

Este dato no es menor, porque en mi familia fue un hecho recurrente y fue un legado que le dejé a una de mis hermanas cuando en el cumpleaños de su novio la presidenta de las madrinas.que.no.quieren.que.sus.ahijados.pololeen le hizo el mismo chistecito a la pobre huacha rica mientras le quitaban la torta de las manos.

Y esto no es todo, también tuve que convivir con los suegros de provincia que cuando llegaban a la capital secuestraban al novio y no podía verlo, lo tenían tan incomunicado conmigo que el pobre casi tenía que llamarme en clave.

O la vez que suegrita me hizo ponerle la mesa al medio regimiento que tenía invitado a almorzar el día domingo mientras su hija, la dueña de la casa, la que tenía que hacer las cosas, tomaba sol con esa cara pánfila que tiene. No nadie puede. Esa vez me di a la fuga no más, no pensaba atender yo a esa tropa de Cárcamos que estaban al lado mío.

Y yo no sé por qué tanto odio. Si soy adorable. Picadas, me decía la mamá. Y yo opino lo mismo.