lunes, julio 18, 2005

Este sábado en la noche te paso a buscar

Cada año voy a bailar como ocho noches, incluido año nuevo. Y la fauna dancística es digna de análisis... si me pongo peladora, digo que los rotos llegan a cualquier parte, no importa si queda a la cresta del mundo, si la entrada vale dos o siete lucas, si llueve, hace un frío macabro o si un atentado en el primer mundo hizo que el barril de petróleo llegara a los cien dólares.

Lo primero es el trago. Los que atienden los bares juran que mientras más fuerte el trago, más feliz es uno. Entonces, te llenan de ron, pisco, vodka o lo que sea el vaso, y después le echan re poca bebida, jugo o agua mineral. Yo me lo tomo casi con arcadas, preferiría que me dieran dos ricos que uno que me mata mil neuronas por sorbo. Con el vaso en la mano, todo chorreado porque una estampa de energúmenos te pisotean entero, sales a bailar.

Desde que trabajo ya no veo Mekano, entonces ninguna canción del reggetón me la sabía. A mi lado, decenas de copias de Karen Paola coreaban todas las canciones. Mal. Hasta mi novio, todo intelectual era capaz de cantarse un par de corrida. Súper fuera de contexto, sumado a mi mano congelada con el ron heladísimo que me dió la mina que atendía.

Hace años estuve en un curso de baile. Yo le pedía al profesor que nos enseñara a bailar con un vaso en la mano y nunca me pescó. Creo que entendió mal, porque una vez nos enseñó el baile de la botella... la cosa es que bailar con un vaso en lo peor. No falta la guatona que choca contigo, el curado que se tropieza, o la tropa que pasa justo frente a ti y te derrama todo en el brazo, la polera y los zapatos. Como si uno no tuviera ni una preocupación: además de vigilar que no te roben el chaleco, que no metan la mano en la cartera y que una sicópta no saque a bailar a tu novio, hay que tener la motricidad fina para bailar y no dejar la mitad del vaso en el suelo.

Pero lejos, lo que nunca he entendido es a esas minas que se mojan el pelo en el baño. Si se hace un estudio, el 98 por ciento son crespas y de pelo largo como canutas y negro (cara negra también). Creo que esas niñas nunca han visto esos productos para pelo aleonado que venden hasta en la calle. Y luego de salir con el pelo estilando del lavamanos, se ponen a encresparlo!!!! ¿Quién las entiende? Pero el producto más feroz de esa práctica no queda sólo en el baño, lo peor está por venir: cuando las gotas te empiezan a llegar en plena pista de baile y si la suerte no te acompaña, empieza a chocar el pelo en tu espalda. Ahí por favor, ensáñate. Mira que esa es una mala costumbre que al roto chileno se le tiene que pasar.


2 Comments:

Blogger Pavivina said...

La verdad es que otra cosa peor son esas luces estrogoscópicas que no te dejan ver bien al otro.
O tratar de engrupir cuando apenas puedes escuchar lo que se habla.
El típico ¿cómo te llamas? de un tipo ultra feo, pero decente, con un amigo último de rico que lo único que quieres es que te pesque. Y llega canchero y todo, se jura y tí con los ojos clavados en el amigo que sin querer se fue a bailar con tu mejor amiga y tú ahí, con el pastelazo, tratando de evitar las preguntas de física cuántica y tapándote el escote que no estaba destinado a esas miradas...
MMMM eso de la música fuerte, lo dejo para cuando estoy sola

julio 19, 2005 12:40 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Jajajajaa.En verdad, yo salgo a bailar todos los fin de semanas, quizás alguno se me pase, pero me pongo al día un martes o jueves. Estoy de acuerdo con el comentario anterior, esa es la gracia, que fome sería si sólo bailaras. Con lo que te encuentras mucho ahora último, son las pendejas mocheras. Esas que para pasar al lado tuyo no piden ni permiso y sólo atinan a empujarte lo más fuerte que pueden para que salgas volando y empujes sin querer a otra pendex mochera que te va a querer mechonear a la salida...

julio 20, 2005 10:38 a. m.  

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