martes, julio 19, 2005

Hago las cosas para mejor... y la cago

Tengo buenas intenciones y pésimos resultados. No en todo, pero sí en lo que me importa. El novio, al que insisto en decirle que no me quiere, me dice que tengo complejo de mártir y de sufrida. Sé que en verdad no conoce a los kamikazes que se explotan bombas en la guata. Esos sí que se creen mártires.
No es que me encante sufrir, sino que las cosas se dan. Por que consideré mejor que no viniera a almorzar y pegarse el pique a Providencia, si tiene que venir de los suburbios. Le corté el teléfono, pero ahora no me acuerdo la frase exacta que hizo que desplomara el auricular sobre el botón blanco. Después apagué el celular y me olvidé. Me dio rabia. Empezó a decirme que quería controlar su agenda... y yo, de eso nada.
Si lo pienso al revés, el que está controlando mi agenda es él. Entre mis clases de italiano, sus juntas y su partido de fúltbol, sólo nos quedan como tres días para vernos. Yo, para mejor, dejo mis planes para martes y jueves. Pero parece que no le tincó demasiado cuando le dije que vería a la Sole este jueves. Y salió con un almuerzo el miércoles. Y eso me colapsó.
Creo que con este hombre no nos estamos comunicando. Si no monologuea él, soy yo. Se supone que en el verano me patió por eso y por un par de detalles más. Ayer, dentro de mi enojo le dije que se buscara otra polola. Creo que por ahí fue el corte abrupto de la llamada.
Este hombre se niega a entenderme. Qué lata.