miércoles, julio 20, 2005

Las camas

Un mal colchón te puede amargar el día. Y una cama te recuerda mil cosas. No voy a entrar en infantilismos recordando cuando en mi cama mamá me contaba un cuento, cuando me escondía debajo para escaparme de los retos o la vez que vomité dormida y me despertaron para decirme que me sentara.

Hay dos cosas que son fundamentales: el recuerdo que dejó el ex novio en tu cama y los recuerdos que dejaron las otras en la cama de tu novio. Cuando me terminaron, hace un tiempo atrás, lo primero que hice fue cambiar mi cama de lugar. Así ya no habían recuerdos de ese lado de la cama.

Yo pienso que cada vez que uno termina (o te terminan) una relación hay de dejar la cama de lado. Cambiar las sábanas y comprar una almohada más rica. Sé que es un consejo bastante caro y nunca lo he practicado. Quizás es medio complicado. Bajo esa lógica, habría que cambiar de casa y de auto...

Para ser sincera, el pensamiento de que otra pudo estar tirando justo en la cama donde lo estás haciendo me enferma. ¿Lo habrá pasado mejor con ella acá?, pienso. ¿Esta cama hace que la recuerde?, sigo pensando. Y ochenta veces más pienso lo mismo. Aunque hayan pasado años. El gusto amargo me lo quito sola: ahora soy yo la que está acá