viernes, agosto 19, 2005

Iremos a un hotel, iremos a cenar, pero nunca iremos juntos al altar

Hoy desperté y sentí a la primavera en mi cara. Calor, por fin. Sol, exquisito. Hice mi cama antes de bañarme, tomé desayuno en cama, con un queso exquisito que el Flaco nos trajo de Huentelauquén... canté un regetón mientras me duchaba y salí bailando del baño. Feliz.
Volví a sentirme mina. Después de mucho tiempo de caminar apurada, vestirme apurada y pintarme en el auto, hoy por fin andaba con tiempo. Hasta pude renovar mis canciones del reproductor de mp3 (qué fashion sonó eso!), así que el viaje en metro estuvo de lo más esplendoroso. Sueño con una fiesta en el metro. Estaba pensando proponerla acá en la oficina, como un Love Parade, pero en el metro, en esos trenes que no tienen fin, todos bailando y que cada estación tenga una temática diferente... (espero que nadie me robe la idea). Hace meses que ando pensando que el metro sería un lugar excelente para ponerse a bailar.
Y bueno, entre tanta adrenalina mañanera, Calamaro me citó la frase del título. Y juro de guata que se me alumbró la ampolleta, que más se parecía al marciano de Gazú, que una verdadera ampolleta. Pero soy demasiado joven y bella y moderna para quedarme pegada. Yo creo que me quedan más cenas y, por qué no, más hoteles. Hace mucho tiempo una amiga me dijo que la medida justa de un pololeo era un año. Ayer la Vivi me dijo lo mismo, aunque subió el límite a dos. Yo no sé. Voy a pensar qué se hace en mi situación, cuando siento que mi vida amorosa tiene menos emoción que columpio.
Y bueno, para no dejarlos con el gusto amargo, mañana se casa la Pauli, mi más querida prima, con la que pasé unos días de compras en Mendoza en septiembre pasado y la que siguió comprandome cosas aún cuando a mi no me quedaba ni una chaucha. Mañana en la noche bailaré hasta que me de ataque y me pondré un abrigo de piel que me compré ayer a 5 lucas!! Qué glamurosa!!

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Lamento decirte que la idea de la fiesta en el tren ya se le ocurrió a alguien más. Un amigo del colegio, que es ejecutivo de FEPASA, me contaba que han usado vagones viejos reacondicionados para organizar fiestas, mientras te arrastra una locomotora diesel a través de los campos verdes del sur. Sería choro hacer algo así, claro que mi vida social, que antes era activísima, ahora es casi inexistente...

No sé si los pololeos tienen medida. La medida del amor es amar sin medida (San Agustín). Cuando ya no hay emoción en una relación, no es que se hayan ido las cosas entretenidas, generalmente, lo que se ha ido es el amor en sí mismo.

En esos casos, hay que retroceder mentalmente al momento en que se produjo esa especie de embrujo inicial y ver si todavía queda algo de eso. Porque cuando uno está embalado, que te llamen por teléfono y hasta compartir un columpio es emocionante. Hasta el silencio es ameno. Después, parece que hay que estar con mucha gente siempre para pasarlo bien y lo que antes era complicidad, pasión e inspiración, se convierte en pura cortesía, con suerte.

Y al altar, hay que ir sólo estando muy seguro. Mi viejo está a punto de cumplir 40 años de casado con mi vieja. Y me dijo una vez que, en su momento, si no se casaba con mi mamá, se moría. Así de seguro hay que estar. Y a los dos abuelitos, si les preguntas, te dicen que se casarían de nuevo con la misma persona y tendrían otra vez a sus 5 hijos o más.

agosto 19, 2005 10:16 a. m.  

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