... y yo

Hace 10 años tuve un pololo. Y pololeamos harto tiempo, entre terminadas y vueltas. Creo que hubo años en que no nos vimos, hasta que para un 18 hace 3 años atrás, mientras caminaba cada uno de la mano con su respectivo novio/a por las fondas de Algarrobo.

Creo que yo lo vi y él se hizo el leso. Me acuerdo que me puse tiritona, le dije a ese pololo "oye! este es ..., mi pololo del colegio", y de ahí me di vuelta, lo fui a saludar, obviamente sola, nos dijimos unas palabras de buena crianza y, de ahí, cada uno tomó su rumbo, yo de verdad con un ataque epiléptico evidente y creo que me pasé el resto de ese finde rememorando un encuentro diciochero de lo más inesperado.

Hasta que nos volvimos a encontrar, y nos juntamos a almorzar un día cualquiera, y nos tomamos unos rones en su depto hace poco. Nos reímos de aquellos años, de las tonteras que hacíamos re chicos y los medios piques que se pegaba para venirme a ver a mi casa a pata, mientras yo insisto en que soy la polola más huacha que ha tenido y él me jura que no, y yo le cateteo que soy como la canción de Luis, como yo ninguna, mientras él me mira con cara complaciente de "sí, sí, obvio que sí".

Y ... me confidencia que lee el blog, me dice que por qué no escribo de él, que hasta lo leía escondido de su polola para evitar conflictos, mientras yo me agarro la guata de la risa, imaginándolo leer, si cuando le presté 'el guardián entre el centeno' lo perdió y leer no es una de sus actividades favoritas.

Así que esto va para ti ... Porque después de 10 años, podemos tener una relación de lo más civilazada. Tanto, que después de esa noche de ron, cada uno hizo lo que tenía que hacer.