sábado, enero 20, 2007

Guácala

La campaña "Sea un poco más rica" no me anda funcionando mucho. Creo que estoy un poco mórbida, aunque sólo mi mamá y mis hermanas se den cuenta. La Nievecita, la tierna nana de Maca, cada vez que me ve me encuentra más flaca, pero yo creo que me quiere y por eso me miente con descaro. Y también A, que me dice que yo siempre seré la mujer más linda del planeta (y con eso le perdono que ya esté en el intento ocho millones de que una gran amiga le acepte la invitación a salir). El miércoles llamé a A y le dije que me invitara a almorzar, porque iba a estar cerca de su dpto. Creo que su nana me odia, porque cuando yo reaparecí hace unos meses por allá le preguntó por qué tan rápidamente había olvidado a su ex polola. Si supiera que fue parte de la terapia los almuerzos en su casa, los panqueques con manjar y las tardes viendo tele, seguro que me amaría con locura. Pero no, la Irma me dio pollo con ensalada y dos horas después figuraba enferma de la guata en la oficina.
A las 3 horas y media, estaba pálida y con toda la oficina vuelta loca buscando en un botiquín alguna pastillita para mi dolencia. No se preocupen, les dije con cara de recuperada, yo voy a la Cruz Verde de la esquina y me compro un remedio. Total, soy sola, pensé. Eran las 4 y a las 5.30 era la enviada especial a una reunión donde la única representante de la empresa era yo. Así que partí con mi vestidido negro y sentador, mi cara de enfermedad y tiritona, como si tuviera parkinson, a la farmacia. Camino me empecé a sentir peor, y veía nublado y habían 40 grados. Yo no sé en qué minuto me vi vomitando en el jardín de una casa, agachada para que nadie me viera, intentando no manchar mi vestido y pareciendo lo más digna posible. Mejor me devuelvo, atiné. Y en la vuelta, otras tres casas fueron bautizadas con mi enfermedad. Nadie puede. Me acordé de esa vez que vomité afuera de un monumento inca en el Cuzco. Lo volví a hacer!!!
Ya en la oficina, seguí abrazada al water como si tuviera 15 años y hubiera chupado más que orilla de playa. Qué vergûenza, no llevo ni un mes en la pega y estaba dando espectáculos. Todos me preguntaban qué había comido, si estaba a dieta, qué tal mi alimentación y que me tenía que cuidar. Y yo, ni siquiera tengo cara de anoréxica. Le eché la culpa a la mayonesa, no me quedó más remedio.
Faltaba media hora para mi reunión y yo, pegada al baño como si me hubieran echado neoprén. Saqué cara de dignidad, me eché una manito de gato express y partí. Lo único que quería era no ponerme a vomitar en medio de cualquier parte clave, de que si algo pasaba no manchar el escrito super ABC1 plus del gringo, ni al gringo, ni su alfombra, tenía como plan B que ante cualquier inconveniente, vomitaba adentro de la cartera, filo con todo, pero vomitar adentro de mi cartera $9.900 era mejor que estar pidiendo disculpas por dejar con olor a guitreo (así se escribe?) la oficina por el resto de la semana.
Dios es grande, me quiere mucho o qué, pero llegando a la reunión, todo se me pasó. Adiós guata, adiós nauseas, chao papelón y bienvenida buena salud.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

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enero 20, 2007 6:54 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

jajajaja romi mega historiaaaa

no hay nada peor q esos dolores de guata sin explicaciónnnn y peor incontrolables...

q bueno que te mejoraste justoo cuando lo necsitas ... yo creoo que todo lo malo lo dejaste en el camino

enero 21, 2007 9:25 a. m.  

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