miércoles, septiembre 12, 2007

Poniéndole color

Después de haber pasado lunes y martes más deprimida que la cresta porque siento que soy más fea que el demonio y más mala que el natre, me han pasado demasiadas cosas choris. Lunes en la noche figuraba yo con depresión post parto porque me había cortado el pelo al estilo pokemón del diario de eva y le agarré fobia a los espejos y a cualquier lugar donde pudiera reflejar mi cabeza que está casi para experimento nuclear, muy no todo, además que me dolía y me puse a ver la entrevista a los papás de la Madelaine y yo no podía más de la pena, cuando de pronto suena un mensaje al celular.

Era larguísimo. El mensaje. De la onda, qué tonteras estás escribiendo si muchas niñas les encantaría ser como tu y con firma de huacho rico, y yo casi con emoción, causando preocupación en el mundo por mis raros y malos peinados nuevos. Así que pensé igual bacán por mí, porque hay gente que encuentra que soy total, aunque tenga un mal corte de pelo.

La mañana siguiente veo mi mail y un par de mensajes, de nuevo, dándome ánimos por mi mal corte, que el pelo crece, que acá y que allá. Y de verdad sentí la solidaridad de la mujer chilena, que a estas alturas de la vida deben ser las únicas que aprecian y entienden el dolor que provoca una mala desición capilar. Qué decir de las ventanas de msn dandome apoyo moral y yo, casi me juraba en una seudo teletón de ánimo y añuñús para que no me diera un shok nervioso. Incluso una amiga paleta, oliendo mi depresión, me dijo que no le pusiera color, que me autosacara una foto con el celular y que se la mandara. Que ella iba a medir los daños y me avisaba. Lo intenté. De verdad que traté. Pero el celular se me fue en collera y... no pude guardar la foto.

Cuando me junté tipo 6 con la Conzue en el Alto para comprar un regalo, yo figuraba caminando por Zara con la cabeza mirando el suelo y con miedo, terror y pánico con sólo la idea de encontrarme con alguien. Veo a la Conzue, compramos los regalos, nos demoramos como 2 horas en elegir todo lo que llevaríamos a Chiloé y partimos por una Coca Light en el Mokka, el único lugar donde se puede fumar. En una pecera. Pero se puede fumar. Y mientras nos sentábamos a comentar nuestro viaje, le digo qué opina de mi nueva cabeza de pokemón. Y nada. Ella, que se imaginaba un mohicano, que pensaba que era realmente malo. Y que no nota la diferencia, mientras yo pienso que tengo una cabeza digna de la mansión siniestra y esta pobre mujer, está ciega.

En la noche fui a comer al nuevo dpto de la Gaby con 3 amigas más. Como soy la reina de la puntualidad, obvio que después de un llamado avisándome que todas ya estaban allá y media hora de retraso, llegué. El dpto realmente precioso, grande y lindo. Y casi me abren la puerta y ven mi cabeza, que a estas alturas me tiene con fobia a los ascensores y todo lo que huela a espejos varios, y las cuatro me dicen que estoy igual que siempre. Qué rabia. Como que yo igual necesito que alguien reafirme mi fealdad capilar, no puede ser que todo el mundo lo encuentre normal.

Y hoy, cuando ya aprendí a subirme al ascensor sin mirarme al espejo y casi puedo maquillarme con los ojos cerrados, voy saliendo de una reunión y me llama la Frani toda tierna. Me pregunta, preocupadísima, que cómo estoy. Y yo, acá, re bien, por qué y me dice que leyó el blog y se preocupó muchísimo.

Quizás en el fondo, le estoy poniendo un poco de color.

1 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Amiga mía, la belleza esta en tí. Es cosa de actitud.

Tu eres guapa, bella y audaz cuando quieres serlo.


CR

septiembre 13, 2007 8:08 a. m.  

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