Con una rubia en el avión directo a Brasil

A mí se le raya un poco el disco. La cosa es que en medio de mi sueño, me desperté y tengo que postear con ese título. Y no me puedo detener, como que me encanta. Con esta canción me acuerdo de la Semana del Colegio de hace como 9 años atrás. O quizás más. No soy tan vieja, pero es que salí a los 17 del colegio. Osea, super ultra superdotada. Y después de mucho tiempo la escuché el otro día que fui a bailar. Para que suene más lindo, es una canción vintage. Ayer vi a mi novio que llegó de Brasil y me trajo un bikini rosado del uno. Demasiado lindo. Con triangulitos y con tiritas. Choriflei a cagar. Igual debo broncearme porque el tono mantequilla que tengo ahora, harto pálida que me veo. Y debo restringirme con los alfajores, porque se me salen las gualetas y todos los rollos. Lo que más me deprimió es que es talla G, de GRANDE, no de GUATONA. En mi bikini caben como tres Axé Bahía. Deprimente. Pero bueno, lo que ellas tienen de silicona, yo lo tengo natural. Mi papá nos dice que en tiempos de crisis económicas un gordo demuestra que tiene plata. Así que según él, yo debería ser millonaria. Mejor voy a ponerme a buscar gym. Si no, para el verano en vez de presentarme para el doble de Carlita Jara, me va a alcanzar para el de la Catherine Orellana.