domingo, julio 24, 2005

Santiago, ciudad de locaciones

El sábado, bajando por la Costanera (la simple, la que está llena de hoyos y en donde hay partes en que un hedor ambientaliza el recorrido) y en menos de cien metros, vi a dos grupos grabando escenas. Santiago, la Costanera, el Mapocho y la noche eran las locaciones ideales para quienes está filmando una película, grabando un corto o haciendo unas imágenes para un comercial que aparecerá treinta segundos en la televisión.

Si en Los Ángeles, a cada minuto y en cada esquina se está grabando una película de acción, un sitcom, una serie de tercera, en Santiago puede pasar lo mismo. Cuando tenía nueve años fui a Disney con los abuelitos, mi hermana, la Pame (antes de que se llamara Gualeta ) y la Mari y el Fabri, mis primos. Si ahora es total, en esa época era brutal. Eran pocos los que viajaban, ir a Disney era como hoy irse de luna de miel a Tailandia pre tsunami y lo mejor, es que en colegio quedabas como ídola por haberte pegado el mega viaje. La cosa es que estaba en el hotel de la Disney (sí, mis abuelitos son muy rajados) y de repente nos dicen que están grabando Miami Vice. La serie de los ochentas, con Don Johnsonhs y sus chaquetas blancas, su bronceado y sus lentes. Miramos un rato y era una pelea en lancha. Como las películas. Los cuatro pescamos poco y seguimos en la piscina. Para nosotros era más choro bañarnos todo el día que mirar cómo hace la televisión para engañarnos.

Pasaron 14 años y volví a estar en una locación. Esta vez era mi casa y un programa sobre emprendimiento empresarial. Mi casa, que a base del esfuerzo de mi madre es una casa piloto. En la que no hay nada desordenado y las camas parecen de utilería. Hasta la chimenea tiene unos troncos que son más falsos que judas.

Así, en este programa que salió en el canal 5, mi mamá llamaba buscando una mudanza y bah!... encontraba la empresa de mis tíos. Entonces, venían y desvalijaban mi casa piloto, mientras mamá sonreía feliz. Y, finalmente, todo quedaba limpio y ordenado. Tal como la Loly (es así como le digo a mi madre) la había dejado.

Gocé con esa grabación como si fuera lo mejor del Japening. La Loly se tentaba de la risa cuando tenía que mirar a la cámara y hacer que llamaba por teléfono. Cuando le daba instrucciones a los trabajadores o cómo se ponía nerviosa al abrir la puerta y poner cara de hola. Esa cara que a mí me sale tan natural.