martes, octubre 11, 2005

Mis Manolos

Ayer me compré cuatro pares de zapatos. Todos de la misma marca. Fueron dos y dos, porque regresé a comprar los que les había echado el ojo antes. Me sentí como Carrie Bradshaw frente a sus Manolos o sus Prada. Como que no lo pude evitar y estoy endeudada hasta diciembre para pagar las tres cuotas que me faltan (y eso que un par lo pague con cash).

Hasta el sábado yo "necesitaba" comprarme un par de zapatos. No podía seguir con mis botas de invierno, cocinándome los pies y poco a tono con la época estival que se asomaba por mi ventana. De verdad que me pasé el domingo buscando un par de zapatos barato y con los que pudiera caminar harto, bailar mucho, que fueran lindos y baratos. Osea nada.
Y de repente, todos me gustaban. Y qué importa que me duelan los pies, si para ser bella hay que ver estrellas no más. Yo no sé si a todo el mundo le pasa, pero tengo algunos zapatos que sirven para quedarse sentada. Son esos lindos zapatos que uno compra por el puro hecho que son lindos, pero con los que no se puede ni andar en micro o metro, caminar, ir a bailar o alguna parte donde se requiera estar parado mucho rato o pegarse esas caminatas extensas. Son esos zapatos que uno se pone cuando anda en auto. O yo lo hago. Están en caja y me los pongo, de vez en cuando, para lucirlos frente a mis amigas, porque los hombres jamás se fijan en los zapatos.

3 Comments:

Anonymous Anónimo said...

O sea, en este momento, no sé ni qué camisa tengo puesto y me voy a andar fijando en zapatos.

¿Pero sabes un cosa? Cuando se esmeran en ponerse lindas, como un matrimonio o alguna cosa especial o simplemente le apuntaron medio a medio con una pinta o un detalle, es cierto que, para decepción de nuestras bellas congéneres, uno no se acuerda qué tenían puesto y eso es invariable.

En parte, seguramente, porque cuando se ven muy lindas, a uno le pasa por la cabeza, más de una vez, lo que se adivina debajo de esa ropa, más que la ropa. Pero uno sí se acuerda, cuando está impresionado, cómo se veían, aunque no pueda retener los detalles. Y esa es la idea ¿no? A lo mejor las otras mujeres se fijan en tus zapatos, en tu peinado, etc. Uno, en cambio, se fija en ti. Por muy linda que sea la ropa, nada puede ser más lindo que la mujer en sí misma. Y que uno deje su atención prisionera de eso es el mejor piropo que les podemos dar ¿cierto?

Si te comentan la ropa, preocúpate, o al hueon se le quema o en realidad no te encontró tan linda. Te lo dice un lobo viejo.

octubre 11, 2005 12:00 p. m.  
Blogger Fran Orellana said...

Que bueno que a falta de uno te comprastes tres mas. Yo estoy en la misma situacion que tù. Me cocino los pies con los zapatos cerrados que tengo.
Y tengo la misma impulsividad, me gustan mas los zapatos que no puedo usar por incomodos que los comodos, asi es que para variar suelo comprar los equivocados, jajaja

octubre 12, 2005 8:03 a. m.  
Blogger racarrás said...

es verdad, jamas me fijo en los zapatos de una mujer.

pero creo que al final el todo es más que la suma de las partes y en el todo uno se fija y un aplauso para ella.

octubre 14, 2005 9:41 a. m.  

Publicar un comentario

<< Home