domingo, diciembre 17, 2006

Historias de bares

Yo no tengo historias de bares. No de esas en que la mesa de hombres nos paga la cuenta, que me encuentro con una estrella famosa, que en medio de la nada aparece Madonna, canta dos canciones y se va. Hace muchos años, cuando recién tenía unos 18 y estaba con una amiga en la playa el que nos atendía nos mandó de regalo unas Coronas. Eso fue lo máximo. Y sería. Creo que las tomamos medias asustadas, jurando de guata que nos habían echado alguna droga o algo por el estilo, pero como también teníamos sed y poca plata, aceptamos la invitación no más. Luego no recuerdo qué pasó, sólo que nos despertamos dos días después en la arena, yo tenía un cicatriz en la guata y había una notita que decía que fuera rápido a un hospital porque me habían sacado un riñón....
No, mentira.
Hace un par de meses estaba en una fiesta sola, porque mi acompañanate había ido al baño. Ya, entonces yo estaba en esos momentos en que estás sola, hay mil personas, tratas de mirar a todos con cara de "no vine sola, estoy esperando a alguien", nunca tan prendida de venir sola a una fiestoca, tratando de matar el tiempo, en que miras el celular buscando algún mensaje o llamada perdida, te pones lip gloss y por último, prendes un cigarro.
Cuando ya había hecho todo lo anterior, se me acerca una pareja muy simpaticona y me dicen que me cambian 5 cigarros por una cerveza. Igual no sé por qué los encontré muy buena onda, a mí me quedaban menos de cinco y de verdad ya había tomado lo que puede tomar un conductor sin que lo lleven detenido por ebriedad, así que les dije que mil gracias, pero que les regalaba un cigarro, pero lo de la cerveza no. Y seguí matando el tiempo esperando al huacho, hasta que de pronto llega un loco de la barra con una cerveza de regalo. "Te lo mandan estos locos por buena onda", me dice. Igual pensé que podía tener droga, pero la verdad estaba con sed. Así que me la tomé.
El viernes estaba en otra barra, en otra fiesta y con el mismo huacho. ¿Será cábala? Mientras pido una piscola, el loco que me atendía me dice que mi perfume es muy rico. Yo poco feliz, mil gracias, si es top, me encanta, le respondo, mientras que le pido que la próxima piscola le ponga un poco de cariño porque la primera estaba muy suavizante. Bueno me dice, y la peina de nuevo con mi perfume, que le dé el nombre, porfa anótalo, es que se lo quiero regalar a mi polola, lo venden en Falabella? y yo, obvio que sí, pero tu atina con el pisco, y él le pide disculpas a mi huacho por la patudez y el huacho me mira con cara de "sorry por no haber cachado que tu perfume", y yo insisto con más pisco y coca ligth y el de la barra no entiende el nombre que le escribí en el papel, y yo intento explicarlo, pero no cacha nada.
Al final me dice algo como que le cayó bien el perfume y que la otra piscola me la regala. Pero entre tanta conversa del perfume, el pisco fue mucho y claro, ya no se pudo con la tercera. La próxima y con el mismo perfume, se la cobro.

2 Comments:

Anonymous Anónimo said...

Son entretenidas las historias de bares. Tengo una que otra, pero nada muy relevante. A mí más me pasan historias sobre ruedas, ya sea micro, buses, trenes, autos, etc.
Por lo que veo, se te pasó el Síndrome Bolocco, sales con huachos y tal. Te felicito!!! Yo no sé si alguna vez lo tuve, pero si fue así también lo estoy superando.
Besos.

diciembre 17, 2006 1:07 p. m.  
Anonymous Anónimo said...

Jeje...yo no tengo historias de Bares creo, tengo historias anecdóticas pero no de bares. Con respecto a la superación del SB tampoco se si alguna vez lo tuve...y si lo tuve aun lo tengo jejejejejejejejeje

cariños y te invito a pasar por mi blog y dejar tu msj

diciembre 17, 2006 7:10 p. m.  

Publicar un comentario

<< Home