domingo, febrero 10, 2008

Mmm...

Creo que el calor me atontó y se me fueron las ganas de escribir. Eso le digo a la Cata, mi hermana chica este finde. Estamos en un asado en mi casa y comemos choripanes con salsa de mostaza que hace la Stefi. Están mis abuelitos, Highlander, que está ultra vivo y es un rico. Mi papá me dice que me echa de menos y que cuándo vuelvo a la casa. Pero yo ya entregué mi pieza. Según la Guale la casa no es museo como para que dejen mi pieza intacta para las dos veces al mes en que vuelvo a dormir ahí. Y ganaron mis hermanas chicas, que ahora tienen piezas separadas y cama de dos plazas, cuando yo me he pasado 26 en una de plaza y media. La juventud. Ahora tengo la ropa de invierno en una casa, la de verano en otra y un montón de otras cosas en mi auto. Que al final es como mi casa.
No sé por qué no tengo ganas de escribir si tengo historias que provocarían celos a algunas. Hace como tres o cuatros viernes almorcé con un rockstar. Mentira. Pero es algo parecido. Me acuerdo que un atrás hice una lista con los periodistas más ricos de Chile. Claro, ahí estaba el mijito rico de Rafael Cavada y su look yo.me.lavo.los.dientes.con.dinamita y ese abrigo largo de cuero y su moto y sus frases del tipo "aprendiste a manejar en Caleta Tortel". Bueno, me acuerdo que esa lista, en algún lugar, creo que del tercero para abajo, porque mi otro favorito en la vida es José Luis Reppening estaba Daniel Greve. Con esto arriesgo pasar el día de los enamorados sola, aunque por primera vez tengo pololo, así que si me patean el 13 será parte de la tradición no más. Continuo. Daniel Greve es este periodista que escribe de gastronomía en la Que Pasa y tiene un programa que se llama CoBe y una revista muy top que se llama igual, y en la que me invitó a participar en su edición de otoño que sale en marzo (todos a comprarla!!!).
Cuando comenté que iba a almorzar con Greve sentí la envidia. el huacho, alias mi jefe, es bien buenmozo y tiene un metro 91 de, por decirlo, simpatía non.stop. Recuerdo que la noche anterior, mientras hacíamos zaping con Novio, caímos en su programa mientras entrevistaba a un cocinero guatón. Novio, le dije, mañana almuerzo con él. Y Novio cambió de canal. Y caché que Greve es ese tipo de hombre que sólo le cae bien a las minas. El almuerzo estuvo muy entretenido, en un restaurant peruano con pisco sour, coca ligth, ceviche y maíz con sabor a anís y mucho pop-corn andino que era una tentación en la mesa. Mostré la hilacha en mala. Comí como niñito y me devoré el camote porque me hice adicta, a pesar que desde mis 6 años no como zapallo, cuando descubrí que engordaba las piernas y yo en esa época las tenía harto gordas. Qué más? Greve es como esas ciudades que uno debe ir al menos una vez en la vida, o ese cuadro que hay que mirar aunque sea una lata y no se entienda, o la fuente donde que hay que tirar la moneda para volver aunque uno sabe que no va a volver, o esas cosas así. Sólo por ego, y por sentir la envidia de las minas de la mesa de al lado, una vez en la vida uno tiene que ir a almorzar con Greve. Es casi una cuestión de autoestima. Deberían ponerlo en el Auge para las mujeres que tienen depresión. Hay que sacar una ley al respecto.
Dos. Me fui un fin de semana la playa con mi jefa. La Anita, una de mis jefas, cuando llegó de vacaciones me vio blanca como pantruca y se apiadó, así que al siguiente finde en la playa, me subió a su auto. Me acuerdo que un par de amigas me comentaron lo latero que debía ser para mí y lo obligatorio, de ir a la playa con la jefa, cuando para mí se convirtía en el panorama más bacán que había. Así, la Anita me subió a su viaje a Pichidangui con sus papás, Memé y Tatita, su marido, Alias General Manríquez y cuatro de sus seis hijos: Tomás, Seba, Dieguito y Baby Anita. Esto era como un reality cuyo lema principal era hacerme entender que No había que casarse y MENOS tener hijos. Cada vez que algún niño hacía una maldad, a los dos segundos había una mirada seguida a un "Romi, no te cases ni tengas hijos". También aprendí que la Anita y su marido son lejos más prendidos que pasto seco. Si yo tuviera seis hijos (que además son 5 hombres y la sexta, la única niñita, una exquisita), hace rato que me hubiera amarrado una roca
al cogote y me hubiera tirado un piquero al Mapocho. Anita y General Manríquez me enseñaron a jugar cacho, fuimos a bailar a la hostería militar de Pichidangui, les enseñé a bailar regetón y tengo fotos de ellos perreando, hasta con la Anita dimos jugo en un karaoke cantando a Shakira y a Soda Stereo, tomamos pisco sours y piñas coladas en la arena tomando sol todo el día, me tiré mil piqueros en la piscina con agua de mar y me raspé las rodillas en las rocas, me metí al the real mar, me congelé y sólo duré 3 minutos, lo suficiente para sentir como se comprimía toda mi grasa abdominal, y después de esa terapia de shok estaba más flaca, comí unos locos exquisitos y unas patas de jaiba a todo ritmo, y agarré un bronceado fascinante que me dejó dos semanas con un tostado digno de hawain tropic. Cuando llegué a Santiago ya había negado mi apellido y estaba a un paso de partir al registro civil porque quería llamarme Romi Manríquez. Y sentía que lejos, hubiera sido demasiado entretenido, al menos, tener un hermano hombre.
Y este viernes 15 me voy con Novio de vacaciones al sur, eh eh colalé, por una semana, porque mis the real vacaciones las tengo planificadas para abril a un todo incluido al caribe con 4 amigas, y yo, de verdad lo único que quiero es que llegue baja temporada y que pase luego el verano y estar ahí en la arena, friéndome, con una pulsera, pidiendo daiquiris y subiendo dos kilos diarios, para llegar a Santiago obesa mórbida, con el hígado destrozado y con cáncer a la piel. Por Dios!!! necesito esas vacaciones.