miércoles, enero 23, 2008

Malas citas

El sábado la Gaby nos invitó a su departamento y después tuvimos un orilla de piscina, un concepto de la Gaby, inventado por ella o por Fede, que es del tipo de conversaciones que tienen las mujeres en las piscinas, que son de lo más entretenidas.
Así que sábado, hora de almuerzo, la Gaby cocinando exquisito y estábamos 5 amigas de la universidad, pero no todas periodistas. Para mí el mejor ingreso es sin dudas la Carola, la polola de un compañero de nosotras de universidad... cuando terminaron la Carola se quedó con nosotras y Fernando... se fue.
Yo llegué, para variar atrasada, porque la noche anterior no dormí nada. Creo que llegué a la casa tipo 8 y media de la mañana y se me quitó el sueño, y lo único que quería era que llegara La Tercera porque nos iban a publicar algo en la revista Paula y yo moría por verlo, y no sé, leer el diario. Pero el diario no había llegado y llegó recién a la 9 y de ahí me tomé un café en la cama mientras leía todas las revistas. Nadie tan prendia. Al final me dormí a las 10.
Cuando llegó la hora de la piscina, bajamos a lo Cárcamo con hielo, cenicero, mango sour, vasos y todo lo necesario para el picnic y la conversa. Aunque después que se acabó, nos llegó vodka y sprit, que con hielo y a las 7 y media de la tarde del sábado que había en promedio como 40 grados a la sombra, era lo mejor que nos podía pasar.
Entre conversa y conversa, una de mis amigas comenzó a contar la cita que había tenido con un chiquillo que le sumaba los puntos hace demasiados meses y, que por esas cosas de la vida, una de esas cosas era que tenía polola, no se había concretado. Pero cuando la cita por fin fue, fue desastroza. Por todos lados. Aunque por lo que contó, empezó con la falta de tema, después que la obligara a pagar su parte de la cuenta, o sea, las 2 lucas por la cerveza y el resto, mal.
Y ahí mi cabecita empezó a recordar las malas citas. Ojalá que novio no lea esto, porque o sino, ingresaré en la lista de las sin novio. Pero gordo, fue antes de conocerte.
Puedo clasificar las top one en las malas, por el cagazo mandado por aquel, o el mandado por mí. La que más me cargó fue cuando don flaite me hizo pagar las 2 lucas de la cerveza. Se pasó. Y no es que me hubiera invitado un indigente, sino un tipo de lo más normal, con un sueldo de lo más normal, con un sueldo creo que hartas veces el mío. Mi problema no era pasar humildemente el billullo todo honesto, sino que el flaite me haya dicho en la cara "que no me iba a pagar". De ahí me gané el premio a la tarada del año, porque salí con él un par de veces más. Yo creo que si me hubieran ofrecido la estafa de los quesitos, la célula, tiempo compartido o cualquier huifa, caigo con los ojos cerrados. No, si esto de creerle al ser humano, me tiene mal.
Otra de mis citas malas fue en mi peor momento. No que estuviera gorda y fea, sino que estaba un poco dispersa. Salí con este chiquillo que me venía coqueteando hace años, y yo, que insisto con ser mongólica, como estaba pololeando no atinaba y claro, después que me llegó el sobre azul, acepté la invitación. De haber sabido lo que se me vino, la hubiera aceptado hartos meses antes. Esto espero que no lo lea la mamá, porque ahora que le dió con aprender a usar a internet, no encuentra nada más entrete que leer el blog. O que el amigo peruano de mi abuelito no le cuente... porque hasta mi abuelito me ha comentado las cosas que escribo. Recuerden que esto fue hace harto tiempo atrás. Entonces coqueto me pasó a buscar a mi casa. Yo, que a esa altura estaba depresión post sobre azul y andaba loqueando sola en mi auto, encontré una maravilla esto que te pasaran a buscar a la casa y que te abrieran la puerta del auto. Yo ya me sentía parte de un reality. No lo podía creer. Como que lo amé con locura. En fin. Como llevaba tanto tiempo de conductora de mi propia vida, me apliqué con las piscolas, en ese bar donde el pisco era demasiado y las coca colas eran como en miniatura. No tenía que manejar, pensaba toda ilusa. La conversa fluía y estaba a todo ritmo y la primera piscola desapareció. La cita era demasiado entretenida y yo me pegaba cabezasos contra la mesa porque no había aceptado salir antes con coqueto, si aseguraba diversión al máximo. Yo que pensaba que coqueto sólo era una cara bonita y un cuerpo perfecto. La segunda piscola creo que duró menos que la primera y ya la conversa era demasiado entretenida, el pelambre era lo máximo y nos dimos cuenta que los dos manejábamos suficiente información como para ir por la tercera ronda de piscolas.
Nos cerraron el bar. Y por eso nos tuvimos que ir. Yo había tomado tanto, que hasta me había tomado a pecho eso de que no manejaba. Y que tenía free pass para las piscolas. El problema se inció cuando me paré. Tomé la cartera y me sentí en la Nasa en un prueba sin gravedad para ser astronauta. Se me dió vuelta todo. Lo bueno, es que en ningún minuto se me apagó la tele, así que de que hay recuerdos los hay. Y son propios. No con las cosas que me contaron. Pobre coqueto, que me tuvo que llevar casi agarrada del brazo al auto que, además, estaba como a 3 cuadras del bar. Llegando al tocomocho, agarré la poca dignidad que me quedaba y le dije: coqueto, súbete al auto, mientras a mi no me quedaba otra que vomitar al lado de su querida rueda del auto, y el cuidador de autos me miraba con cara de pena y yo ya me sentía en esos reportajes de cabras chicas curadas y pelolais y pokemonas tiradas en las calles de Santiago mientras sus padres duermen y no saben lo que hacen sus retoños. Coqueto, demasiada buena persona, insistía en decirme que no me preocupara, que no pasaba nada, y yo me deshacía en disculpas, aunque con coqueto nos llevábamos tan bien que la situación era hasta divertida.
Creo que me pasé el resto de la noche abraza al neumático, con coqueto sentado a mi lado, que todo tierno me conversaba que estas cosas le pasaban a todo el mundo. Creo que pasamos por una Esso a un café y, cuando ya estaba harto más repuesta, me dejó en la casa.
Y yo, que sentí que había dado jugo en extremo, y que coqueto jamás me volvería a invitar a salir, descubrí que estaba equivocada. Porque coqueto volvió a invitarme a salir un par de veces más. Pero ahí, yo iba en mi auto.

martes, enero 08, 2008

No a Elite Model, o por qué no denerían invitar a modelos a los matrimonios

Sábado en la tarde. Los patos caen asado, yo muero de calor, me he tomado 18 litros de agua mineral y el calor me tiene absolutamente tarada, pasando la caña de la noche anterior, acostada en mi cama. Una hora más tarde tenemos matrimonio y novio llama para despertarme de la siesta. Me despierto, pero me pinto las uñas rojo putillo. Y me doy vueltas por el departamento porque moriría por no ir a ese matrimonio. Y pienso en la novia, que con el calor que hace, debe estar mil millones de veces más aturdida que yo.
Novio me dice que pasa a buscarme a las 6 y media, y a las 6.15 yo recién he salido de la ducha. Me visto rápido, me plancho el pelo aún mojado, me maquillo a la velocidad del rayo, porque esta vez no quiero estar arriesgando mis ojos verdes cuando se me ocurre echarme rimel en la luz roja. Una vez estuve a punto de perder la córnea en la costanera norte.
Se casan dos amigos del colegio. Pololearon desde el colegio. 10 años en total. Harto. Es un año menos de lo que llevaríamos novio y yo, si no hubiéramos tenido un pequeño receso de 8 años. Por eso me da risa cuando a veces me dicen “volviste con…” y yo respondo que nadie puede volver después de 8 años, menos si terminaste a las 17… Nos reencontramos, prefiero decir, aunque suene super de viejo separado a los 50. O sea, nos reencontramos en Murano, los sábados con llamaditas a las 3 am, con las piscolas, en el fondo, reencontrarse.
Así que llegamos a la iglesia, yo con un vestido a todo ritmo, onda Marilyn Monroe que me veía a todo cachete sólo por 17 lucas, gracias a la liquidación de Ripley y unos zapatos chinos, que compré meses atrás en el Apumanque como por 5 lucas. Unos zapatos rojos, rojos, estilo putilla, que de verdad nunca había ocupado. Sé que viene muy de cerca la recomendación, pero me veía enferma de bien. Podría jurar que después de la novia, venía yo. Así de bien. Así de harta fe me tengo. Prosigo. Llegamos a la iglesia, y me encuentro con algunas compañeras de colegio que no veía desde el día de la graduación. La verdad, es que entré en shok. Primero, cuando la fea me presentó al marido. Pensé al toque, Maca, si ella pudo, nosotras también. Si hay alguien que está dispuesto a casarse con ella, tantas mujeres en Santiago no podemos estar perdidas, reflexionaba y me miraba y la miraba, y yo sentía que estaba frente a una loca de 40. De verdad, se veía mayor que yo. Harto. O no sé, si era su pinta y su peinado, pero yo me sentía la pokemón al lado de Vivi Kreutzberger. Así que ahí estaba yo, loqueando en la misa, conversando con pololo, mientras adelante mío veía a una señora… como mi mamá.
Llegamos a Castillo Hidalgo y seguimos reencontrándonos con conocidos. Gente simpaticona que fue un agrado ver y otras, que fue un espanto. Porque las que eran pesada en el colegio, nada que hacerle. Siguieron iguales de pesadas, aunque con el tiempo, además, se pusieron feas y gordas. Y amargadas. Qué atroz. Soy mala, soy como Yerko Puchento. Calla Romi, calla. Por que más de alguna puede leer esto. Filo, total yo igual era la más rica (no lo digo solo yo, también lo dice novio).
Antes de comer paso por el baño y me encuentro con una compañera de segundo medio. Nos ponemos a conversar y mientras le hacemos al lipgloss, me dice que estaban comentando que entre todas, yo era la que estaba mejor. Y a mí me dan ganas de abrazarla. Pero me contengo. Y sólo atino a darle las gracias y a decirle que estoy más rucia. Aunque al salir del baño me sentí más feliz que si me hubiera ganado la Beca Fullbrigth. Sentí el triunfo.
No eran las 11 de la noche y mis zapatos rojos.de.putilla ya me tenían pidiendo auxilio a gritos. Como soy de gil, nunca me los había puesto, así que decidí probarlos durante la tarde en la casa. Y claro, estuve 3 horas con los zapatos puestos, pero durmiendo siesta. Así que cuando salí de casa, ya los amaba por cómodos. Empezó el bailongo y a mí, como que no sacaba nadie de la pista de baile. Novio se daba más vueltas que tiburón por la pista, no sé si por sus ganas de bailar o por las ganas de repetirse el ron y el redbull. Bailé hasta que estuve a punto de perder el conocimiento, con mis dos amigas nuevas, pololas de amigos corrimos a recoger el ramo, pero lástima que se lo ganó una vieja de 140 años y que, puedo asegurar, este era el lanzamiento de ramos número 3 millones que asistía. Juro de guata que esa vieja estuvo en el matrimonio de Tucancamón. Seguí bailando, con un dolor de pies siniestro, que ya me tenían a punto de tirar los rojos putillos cerro abajo. Si no fuera porque, a pesar de lo incómodos los encuentro lindos, los habría dejado de adorno en el Santa Lucía.
Hasta que tipo 3 am, mientras yo bailaba feliz con novio y mi vodka con redbull, veo llegar a mí pista de baile a Modelo Elite. Mi amiga Sava ya había estado en un matrimonio hace un par de meses con Modelo Elite y me advirtió que una vez que llega, hasta la novia se ve fea. Y Modelo Elite, que andaba con un gallo que perdía por cabeza y media, mide como 3 metros y era flaca como espárrago y creo, era la única rucia natural en todo el matrimonio. Desde ese minuto, todas perdimos al novio o al marido. Y aunque novio seguía bailando conmigo, se le escapaban los ojos por ver a esta mina que, para cagarla, no pescaba a nadie.
Qué decir. Debería estar prohibido que llegue Elite Model a la fiesta donde uno está. Si a mi amiga nueva y a mí sólo nos faltó ir al baño con un ataque de bulimia, solo para eliminar de nuestro organismo los 5 vodkas que nos tomamos.
Al final, bailé hasta las 5 sin zapatos. Me corté un dedo por los vidrios. Me arrastré por los adoquines del cerro Santa Lucía hasta llegar al auto. Ojo. Que no era de ebria. Y me dolieron los pies hasta el lunes. Los zapatos me hicieron sufrir. Pero todo se arregló el lunes cuando me comentaron lo lindo que eran los zapatos. Si yo sabía que para ser bella hay que ver estrellas.

viernes, enero 04, 2008

Mi año nuevo a lo blogstar

Podría contar que el año nuevo estuvo increíble. Pero es mentira. Bueno. Lo he pasado mejor. Aunque a mí salir de farra no me mataba mucho, como que farreo 52 fines de semana al año, uno más, no me estresaba. Es más, como que me da mucho miedo los curados rajados en los autos y morir el 1 de enero es como no noticia. Y yo voy por una portada en Lun.
Comimos en mi casa, después de haber pasado mil veces la cena en la casa de mis abuelitos celebrando el cumpleaños de mi abuelito el 1. En mi nueva condición de no vivir con mis papás, entro en un estado de la visita.no.visita. Así que llegué tipo 8 y media, cuando ya estaba todo listo. Esta vez estábamos mis papás, mis hermanas, la Nancy, Rod, pololo de la Guagua, mis abuelitos y la enfermera sexy, pero no sexy que hablaba más que yo. Pero todo mo.du.la.do.
Traté de comer poco, porque esa noche las calorías ingeridas irían en el trago, pero caí en la tentación de la mayo casera. Durante toda la comida la Guagua le exigía a Rod la roca, mientras yo le decía que por favor se apurara porque si la Guagua no se casaba, no se podía casar nadie. Y ya éramos 3 las castigadas y en lista de espera. Ese hombre es un santo. Siempre lo molestamos con la roca para la Guagua y lo único que hace es mirar con cara de santo.
Retomando mi condición de invitada.no.invitada, lavé la loza. Éramos 11. O sea, 11 flaites que comimos y tomamos mucho en el aperitivo. Y la entrada. Y la comida. Y el postre. Y el café. Y los chocolates. Yo temía, con el delantal y los guantes amarillos puestos, pasar las 12 abrazada al Quix y a la esponja y a la olla. Fui como cenicienta, pero con calzones amarillos. Corte. Esperábamos las 12, mientras la mamá pedía a gritos su tradición de escuchar la radio con el himno nacional y la parte de los hombres valientes soldados. Estábamos en esa, cuando ya eran las 12, nadie atinaba al abrazo, todos nos mirábamos con caras de sicóticos. Así que tuvimos que inventar un conteo falso. Y empezó el festival de abrazos, aunque yo igual sentía que era como jugar al año nuevo porque ya no había himno nacional y faltaba la parte en que la mamá llora de felicidad. De ahí fotos locas y flaites. Champaña. Piscolas. La ida a buscar de novio y la presentación a suegros. Y yo tensa, porque después de tanto rato de soltería, ya estaba un poco alejada de esos trotes, aunque unos días antes nos habíamos encontrado con la Gualeta y su novio en el Parque Arauco, así que me quedan -5 personas a quienes presentarlo.
Cuando ya era la hora de la fiestoca, pasamos a buscar ala Conzue y nos fuimos a una fiesta de casa al estilo Javi, cuyo lema era hasta el amigo del amigo. Todo por una módica suma de 2 lucas para pagarle a la nana, podías llevar tu copete. Así que partimos, a lo fraternidad gringa, con cooler y ron y mil latas de coca Light. El lugar era todo de mi estilo, porque no era mucha la gente, harto simpática y la música la dominaba un laptop, así que yo metía mano todo el rato para poner las canciones que nos gustaban con la Conzue.
Así que ahí estaba yo, dándole al regatón con mi amiga, mientras novio y sus amigos piscoleaban al lado de la piscina cuando se acerca una niña y me pregunta cómo me llamo. Romilais, le digo. No, Romina. Y me pregunta… tu tienes un blog? Y yo, caí desmayada. Shorti. La niña, mi nueva amiga, Mariana, lee el blog y me reconoció por la foto con el rico de Kevin Johansen. A mí, como que se me infló el pecho, sentí lo que sintió Álvaro Ballero después que salió de Protagonistas de la Fama, soy blogstar, pensé, con dos pisco sours, dos copas de champagne, una piscola y dos rones en el cuerpo, me sentí Madonna, Suri Holmes Cruis, Angelie Jolie, no, nunca tan mina. Bueno, mi nueva amiga bloggera era enferma de simpática, hasta me presentó a otra amiga Verónica, llamó a su novio para que nos sacara una foto y yo, ya no podía más de la emoción.
Al otro día en la mañana, cuando ya había pasado el éxtasis de la noche, mientras le contaba a mi novio lo que me había pasado, recordé algo que me dijo Mariana: oye, pero yo pensé que eras harto siniestra, como siempre pones que eres fea. De verdad, yo no sé si fue piropo. Intentaré pensar que sí.