viernes, noviembre 30, 2007

Le amo

Romi.Kevin.Coté.Anita.
Me puedo quebrar con esto. Ok. No tengo un sueldo millonario. A mis 26 tengo el mismo el auto que me regalaron a los 17. La posibilidad de salir de mi casa se reduce a la probabilidad de que Mr. Rockefeller me pida matrimonio. Me gasto la mayoría de la plata en bencina y ropa. Pero bueno, en mi oficina estamos trabajando en prensa de Bazaar ED y anoche tocó Kevin Johansen. Íbamos caminando con mis jefas y lo vimos. Me lo presentaron. The real presentación, con beso y todo. Hasta piropo nos dijo. Le pedí descaradamente una foto. Y sentí que me cantó al oido. Le amo.

viernes, noviembre 23, 2007

Lento

Hablo mucho. Demasiado. Hablo rápido. Demasiado. No modulo. Sí, no modulo. Tengo todas las cosas malas que le pueden pasar a alguien que le encanta conversar. Nadie me entiende. Cuando digo algo, la gente me mira con cara de pescado frito y sólo me queda repetir lo que he dicho. Al menos mis hermanas son capaces de reproducir lo que cuento a la hora del almuerzo, creo que son las únicas que pueden descifrar todo esto. Y yo sufro, porque igual mis historias son enfermas de entretenidas, entonces todas mis ganas de ser estrella a lo stand up comedy se van a las pailas, porque aunque pueda vender todas las entradas para mi primer show, la crítica me destruiría e Italo Pasalacqua me pondría un 1 y Larry Moe diría que soy una tarada, y no me quedaría otra que retirarme.
El problema es que llegó el minuto en la vida que a mi papá le saqué los choros del canasto. Y el miércoles apenas me vio y le conté mis últimos historias de una loca de patio suelta en Santiago, me miró con cara de no.te.entiedo.nada y me dijo con una calma infinita: la próxima vez que me hables y no te entienda, no te vuelvo a hablar en la vida.
Con esto, papito Teby, mató dos pájaros de un tiro. Me está obligando a hablar lento y de pasadita, le hablo menos y no lo atoro con mis historias cuando está viendo el canal de las guerras mundiales. Llevo 2 días así. Ha sido una tortura, lo estoy pasando pésimo, estoy que me compro una espada y me la entierro y hago esa cuestión que no sé como se llama, harakiri, sashimi, kanitama, lo que sea. Me siento como un drogadicto que le quitan el neoprén. Me cuesta, sufro, no puedo. Pero aunque lo intento, me supera.
Descubrí que soy un niñito, no puedo hacer dos cosas al mismo tiempo. O me concentro en contarle la historia o me concentro en modular y hablar lento. Creo que un par de semanas me veré en la dificultad de caminar y comer chicle. Y tres meses me despertaré en la mañana y seré Lalo Padilla. Siniestro. Apenas llega papito Teby le digo hoooooolaaaaaa paaaaaaapaaaaaaaaá y muevo la boca en cámara lenta como si estuviera poseída por la Patricia Maldonado y eso que tengo la boca enferma de enana, pero mi cabeza quiere decirle "hola papá, como te fue en el negocio, me echaste de menos, me trajiste un regalo, oye el Kevin está bacán, hoy día fui a almorzar y comí unos rolls de conejo, te morís lo rico que estaba y acabo de tomar un seguro antirobos que si me mata el asaltante, te dan mil uefes como premio de consuelo", todo eso en 15 segundos y a la velocidad del rayo, pero no puedo y sufro porque yo quiero hablarle más y rápido y contarle todas las tonteras que hago en el día y las historias de mis carretes y las historias de los POs que no exiten y las fiestas a las que voy, y no me deja, porque cada vez que me habla me dice "leeeentooooo" y siento que la cabeza no me da para concentrarme y editarle las historias en palabras que sí puedo modular, y yo, como que reafirmo la idea de que pienso a la velocidad del rayo, y aunque intento decirle que hablo rápido porque pienso mucho y soy demasiado inteligente, ni siquiera puedo concentrarme en esa frase de 8 palabras, porque ya estoy pensando en las 347 mil que tengo guardadas con otras historias que también le quiero contar.
Y siento que esto es como un desafío de casi si se la puede gana y al final, yo sólo quiero tirar la esponja y decirle que está condenado con esta hija que no le hace a la modulación. Que me siga comparando con Rafael Gumucio y que me mire con cara de pescado frito cada vez que no me entiende.

jueves, noviembre 22, 2007

Esto pasa en Chile

Mi hermana, la Guale, en una entrevista con HeadHunters para un puesto en el Banco de Chile.

Después de la entrevista el tipo le dice:

"Tenís la pinta (mide 1.70, rucia y de ojos verdes, linda, linda), el apellido (uno italiano), los estudios (es ingeniera comercial de una buena universidad privada y estuvo en colegio privado de monjas) y el auto (un 206 gris ultra taquillero que le regalaron el 2002) para este puesto, pero lo único que te caga, es que vivís en San Miguel".

Así que si eres chico, negro, bajo y feo, estudiaste en una escuela de número y después en un liceo, fuiste becado en la universidad y andas en Transantiago, te recomiendo suicidarte.

miércoles, noviembre 21, 2007

Mis noches con Bosé y Emmanuel

Que hoy confirmara que las mujeres son unas yeguas, que mientras se puedan cagar al resto de su género lo harán, no me va a arruinar el día, ni la semana. Por qué dos feas, esta mañana, en autos más feos aún, se negaban a darme la pasada en la autopista no hizo más que confirmar que hay minas que son muy perras. Qué horror, porque aunque las miré con cara de simpaticona y apreté chala para pasarlas, las muy taradas me tiraron sus cacharros encima.
Qué rabia. Estoy segura que se picaron por mi belleza y elegancia, y eso que sólo veían un pedazo de mí, si me hubieran visto con mi vestidito caminando por la calle, estoy segura que me tiraban el auto encima. Ahora entiendo a los hombres cuando dicen que las mujeres son unas yeguas y que manejan mal, con razón, con la cantidad de feas tras el volante con caracho de amargadas y pintas horrorosas, no creo que mejore mucho la conducción en Chile.
Bueno, este pequeño incidente matutino, no me va a arruinar el día.
Ayer estuve con Emmanuel. Viejo mino. Rico. Del cuello para abajo parece un huacho rico de lo más PO. El problema es su caracho, se debe sacar todas las noches la máscara y remojarla en vinagre. Momificado. Debe tener 4 mechas y se las debe escarmenar, o como se escriba, toda la mañana para que se transforme en una frondosa cabellera. El concierto estuvo increíble, aunque su único problema era que los hits los cantaba tipo medley o esas cosas, todas apretadas, y cuando más quería cantar, la canción se acababa, y yo figuraba con la Caro gritándole mijito rico apenas había un silencio, incluso era tanto nuestro entusiasmo, que juro de guata que entre canción y canción, hicimos que todo el Arena cantara mijito rico a nuestro ritmo. Eso es llevar la batuta. Yo con Emmanuel soy capaz de mandarme en Boloccazo hasta en Cartagena, qué fotos en pilucha, da lo mismo. Es un viejo enfermo de rico. Comprendí lo que le pasa a la Belén Hidalgo y la pobre finada de la Ana Nicole Smith.
Fuimos las más prendidas de todo el concierto. Con la Caro bailamos todas las canciones, prendimos los celulares cuando Emmanuel nos cantó una lenta, casi lloramos con Sentirme Vivo, y cuando cantó Toda la vida, yo figuraba en éxtasis absoluto, viejo rico, súper elongado, bailaba mejor que cualquier bailarín de Rojo, andaba con unos jeans enchulados y se veía de lo mejor con sombrero. Se cantó todos los éxitos, aunque mi canción favorita Pobre Diablo la dejó hasta la mitad no más. Me lo bailé todo, le dije a los pungas de la fila de adelante que nos sacaran fotos con la Caro, y hasta me di el gusto de pelusear y gritar 'no nos vamos ni cagando' al final, cuando me rehusaba a hacer abandono del recinto y gritar 'devulevan la plata', cuando las entradas eran un regalo.
Ahhh, también podría comentar al rico de Miguel Bosé. Es que ese sí la cagó. El viernes, tipo 6.30 de la tarde, me dicen... Romi, hay entradas a Bosé, vas? Aprete chala, me fui a la casa, rajé comiendo unos zapallitos italianos, una ducha, me enchulé y a las 9 salí de mi casa a mi encuentro con Bosé. Qué mejor previa, pensé. Y cuando llegué, había cola para entrar en auto al Parque O'Higgins. Después, me tuve que estacionar al lado de un árbol como a 18 kilómetros de la entrada de Arena, y yo, como pensaba hacer la previa en Bosé y terminar la noche en otro evento, figuraba corriendo con tacos y una polera strapless. Lejos, dos cosas que son incompatibles para hacer maratón. Por fin llegué y entro a Arena. Hace un calor que mata y está repleto, Miguel canta su segunda canción, mientras me desespero porque el ascensor se demora un kilo y muero llegar a palco, es esto es como una película, salgo y mil luces de colores y Miguel Bosé cantandome casi al oido.
Me encuentro con mi oficina: está la Caro, mi jefa la Anita y la Andrea, una amiga de ella, que me dice a cada rato que es una calcetinera, que lo vió a los 15 en el Festival de Viña cuando Bosé usaba patas tornasol. Yo entro en colapso, me canto todas las canciones, le grito rico a cada rato. Me lo bailé todo, creo que ha sido el mejor concierto que he ido en mi vida, o quizás este año, y le doy las gracias a Dios porque Arena Santiago me auspicia todos los eventos a los que quiero ir, mientras que con la Caro nos agarramos de las manos y saltamos cuando canta Liiiiiinda, y ella me cuenta que un pololo se la dedicó en su etapa escolar, mientras yo trato de recordar si alguna vez algún pololo me dedicó una canción, y de verdad no he pololeado con ninguno que le haga al canturreo, pero no importa por que Bosé empieza con 'con la paz de las montañas te amaré...' y yo me quiero tirar un piquero a platea y arrastrarme con las piernas rotas como si esto fuera una manda, para que el el huacho de Miguel y su cara de fui.intoxicado.por.la.Bolocco, me la cantara al oído, y yo, sí mi perro huacho, yo también te amo.
Bailé y salté como si estuviera en una clase de aeróbica, di jugo, mientras unos locos que trabajan en Arena y, con los que también tengo que trabajar yo, me miraban con cara de loca de patio qué te pasó, si yo te vi la semana pasada acá con cara de compuesta, y les comento que Bosé está muy rico y que muero de amor por él, como su canción.
Salimos de Arena más prendidas que pasto seco. Gran Central? me propone mi oficina en pleno y yo digo, obvio que sí, pero un rato no más, que después tengo otra cosa, les digo toda ilusa. Un mojito y un vainilla sour más tarde, no puedo parar de reirme con las historias de la Andrea. Es una cuarentona enferma de simpática y graciosísima, que les han pasado todas las tragedias y aún así, se caga de la risa a cada rato. Nos contaba tan divertidamente que le había dado cáncer a la pechuga, había chocado el auto, se había echo mierda la pata y su hija se fue de la casa en mala, abandonando la universidad y con un pololo a cuestas que la Andrea apodaba el Cara de Jeta, mientras que yo figuraba echada en el sillón blanco revolcada de la risa, pidiendo a gritos otro mojito.
Por supuesto, al otro evento no llegué. Y mi noche de Bosé terminó en un carrete con gente de la oficina y cuarentonas simpáticas que me echaban flores por mi juventud. Feliz.

miércoles, noviembre 14, 2007

Yo soy su copiloto

El sábado tuve una cita. No sé si una the real cita, pero como que me sentí en una. La invitación era algo como del tipo, es sorpresa, reserva un parte de la tarde y la noche. Te paso a buscar. Estaba nerviosa. Estuve nerviosa. Casi con ataque surtido y crisis de pánico. Mi problema no era la cita, sino que la ida a buscar. La verdad es que me había pasado los últimos 78 fines de semana andando en mi auto, saliendo en mi auto, maquillandome en mi auto y apretando chala cuando quería y a la hora que quería. Si la cosa no estaba buena, me iba a otro lado. Si estaba buena, me quedaba más. Y si no quería hacer nada, media vuelta y a mi casa.
Estuve de martes a sábado con un nudo en la guata pensando que eso que te pasen a buscar es como estar en un secuestro express. Me acuerdo haber llamado a la Maca una noche en estado catatónico para preguntarle qué hacía si me aburría y no tenía cómo escapar. La respuesta era fácil, la llamaba y ella partía al rescate. Desde ese minuto entendí que tan, pero tan siniestro, no era.
Me pasaban a buscar a las 7 y media y yo no estaba lista. Acostumbrada a vestirme y peinarme, para terminar todo el enchulamiento en el auto, faltaban 15 minutos para que llegara y yo figuraba agarrándome a coscachos con mi closet, para qué decir que el día era un espanto, entre que hacía frío y calor, que zapatos o chalitas, que polera o chaleco o chaqueta, ya mi vida era un dramón con patas. Así que agarré el celular, oye Huacho, llega un poco más tarde, qué tipo de planes y todo listo. Una cartera grande, eché una polera para el cumpleaños que teníamos después y parece que huacho se tomó demasiado a pecho lo que llegara más tarde, así que yo lista, figuraba sentada en la cama de mis papás esperando a huacho, mientras mi papá me decía a cada rato que me habían dejado plantada y yo lo miraba con cara de exorcista porque la única vez me invitan a salir resultaba ser una broma para Video Match.
Huacho me pasa a buscar y yo me encomiendo a la Virgen del Carmen para que no me aburra y no tenga que recurrir al plan B. Vamos a patinar en hielo. Ya para la cuestión entretenida, a pesar de que me da un miedo atroz caerme y le pregunto al loco que me pasa los patines si es que alguien ha muerto ahí dentro, y me contesta que no, así que espero no ser la primera, o sino me gano portada de LUN al día siguiente.
Tan ñurda no fui, aunque 20 pendejos de 7 años pasaban a la velocidad del rayo al lado mío. Yo figuraba como en el grupo de los papás tullidos que acompañaban a los cabros chicos y hasta uno me echaba el ojo. Hasta un abuelo todo senil casi me sacaba la lengua cuando me pasaba rajado a 20 kms por hora. Cómo tanto, así que me puse a patinar sola, porque Huacho de vez en cuando se quedaba pegado viendo el partido de Maradona. Es hombre, obvio que me cambió por una pelota. No me quedó otra que pensar en el verano y el bikini, y ponerme a patinar como si se acabara el mundo. Salí digna, patiné una hora, no me caí jamás en el hielo, pero aterricé con una pechuga directo en la baranda y en otra, casi me disloqué el hombro tratando de afirmarme.
Cuando era yo la que le sacaba la lengua al anciano porque ya no podía andar más rápido y esto se había convertido en las olimpiadas de invierno, escucho un golpe seco. El vejete, mi enemigo número uno, se cayó de cabeza y se rompió la frente, sangraba como si le hubiera explotado un auto bomba en la oreja, y aunque me dio un poco de pena verlo con la cara de aturdido, sentí un poco de alegría, porque esta vez, yo había ganado.
Como la cita continuaba, Huacho me dice que vamos a comer. Así que partimos a este restorán japonés en el cocinero pica todo en el aire, cocina frente a ti y estás sentado al lado de gente que no conoces. Bueno, las señoras eran enfermas de simpáticas, el cocinero tiraba todo para todos lados, hizo figuras con todo lo que encontró y se le reventaron mal los huevos, pero yo estaba alucinada con tanto show, además que Huacho era como el súper héroe, porque le tiraron el arroz y casi lo agarró como Superman. Además, que nosotros éramos los más jóvenes, así que era obvio que con la motricidad fina de los veteranos de al lado, era poco probable que los hicieran participar. Lo único malo es el olor a comida con el que se sale de ahí, porque más que intentamos hacerle el quite a las nubes de humo que aparecían de vez en cuando.
A esta altura de mi cita ya había dejado atrás los ataques de pánico y lo estaba pasando del uno, no encontraba nada más chori en panorama, así que nos fuimos al cumpleaños de una amiga que era onda escolar y había que ir con uniforme. Como no estaba en mis planes salir de mi casa con jumper, llegamos con Huacho en plan de los animadores de la kermesse del colegio. Huacho iba de profesor de gimnasia y yo, de la profe rica de francés. Pero horror, el cumpleaños era de lo más entretenido, todas mis amigas disfrazadas de escolar, con faldita y polera y trenzas y yo, parecía la vieja guatona, fea y arrugada que hace clases en Morandé con Compañía al lado de ellas.
Con mi depresión post parto, me senté en la terraza con un ron para pasar las penas, mientras escuchaba como todos cantaban en el karaoke. Ahí estaba yo mirando cómo mis amigas tienen cara de 15 años y son tan jóvenes, cuando el primo lejano de Osama bin Laden, un turco narigón, pero súper atractivo y hasta mino, agarra el micrófono y comienza a decir: la rucia pelolais que venga para acá a bailar. Yo en estado de shock, obvio que este tiene que vivir en el desierto, cómo no se da cuenta que tengo un corte de pelo estilo pokemón, este está cagando fuera del tiesto, ahhh, pero jura que soy rucia natural, así que no está tan mal, pienso, y toda la terraza me hace barra para que corra donde Osama que está cantando Provócame de Chayanne… así que partí!!! Me sentía famosa bailando con Osama, pero tampoco podía ser tan loquilla si andaba en una seudo cita con Huacho, entonces volví a portarme bien.
Llegué a mi casa feliz, la seudo cita estuvo increíble y descubrí que, después de todo, ser copiloto es bacán.

domingo, noviembre 11, 2007

¿Qué hago yo aquí?

Es jueves en la noche y voy a comer con Calamaro y su guardaespaldas. El restaurant es pirulo, y la invitación corre por mi cuenta a pesar de que ninguno de los tres paga. Yo me creo toda porque el chef es como mi amigui y nos saludamos de abrazo. Yo creo que el chef se parece a DJ Mendez, aunque nunca se lo he dicho. Eso sí, cada vez que lo veo a la distancia le canto Estocoooooooolmo!!! y cuando lo llamo por teléfono, me lo imagino rapeando en Suecia lleno de tatuajes. Pero bueno, estamos los tres sentados. Calamaro a mi lado y su guardaespaldas frente a mi. Como hablo rápido, el guardaespaldas que en su niñez fue modelo de Soprole, no entiende nada de lo que digo, así que sólo atina a sonreir. Está feliz porque es primera vez que Calamaro lo invita a comer y yo estoy feliz porque aunque la situación en otra circunstancia me habría parecido fatal, lo estoy pasando regio, y eso que es parte de mi pega, qué entretenido trabajar en algo así, pienso, a pesar de que el sueldo no sea todo lo que quiero.
Llega la comida y trato de no comer tanto. Pero Calamaro sabe cuánto como e insiste en dejarme unas gambas al pilpil exquisitas y que yo remate la tortilla de papas. El vino creo que es una maravilla, pero con mi paladar prehistórico y mi poco conocimiento vitivinícola, hubiese dado lo mismo si me era vino en caja o la última chupada del mate del Valle de Colchagua. La copa me la tomaba igual.
¿Qué hago aquí? Me pregunto y le cuento a Calamaro y su guardaespaldas. Él, un taquillero periodista de papel couché y su guardaespaldas un abogado PUC al que veo en menos de 5 años en una entrevista en la Capital, aunque me diga que en esa revista no. En la Que Pasa será y me creo la vidente de Chimbarongo. Y aunque Calamaro insiste en comentar lo talentosa que soy y estoy mucho más estupenda que antes, yo sólo le respondo que estoy más rucia y que me pilló con la ropa de pega, con un poco de modestia, mientras me abraza y yo le digo que no sea tan coqueto conmigo, que soy una tarada, porque me estacioné tan pegada a su auto que no me podía bajar y tuve empezar todo de nuevo.
Cuando terminó la comida, les dije que me iba, que estaba atrasadísima con el cumpleaños que había empezado cuatro horas antes. La Maca me dejó sola y partí acompañada de mi cartera a un cumpleaños en donde conocía a la festejada, su pololo y a su hermano. Nadie más. Cuando llego, veo un espacio demasiado chico y estaciono el auto pésimo. Como mina y casi a un metro de la vereda, la verdad es que me dió vergüenza jugar al adelante y atrás porque habían 5 flaites en el auto de atrás, así que aplico huida rápida.
Llegué al cumpleaños y me quedo conversando un rato con el pololo. Buena onda, comentamos de algunos conocidos en común y de qué había sido de nuestras vidas los 3 años que no nos vimos. A mi lado hay un PO tan solo como yo, así que nos ponemos a conversar. Era una lata. Tenía todo para ser enfermo de simpático, pero cuando me empezó a dar la lata que se aburría de su pega porque tenía que viajar 8 veces al año a Europa y se cansaba de tanto aeropuerto y que había cumplido sus metas de millas y que ahora tenía upgrade hasta para el Transantiago, y blablabla y yo, le decía que con suerte viajaba 2 veces al año y gracias a las 3 cuotas precio contado de la Mastercard, pero el volvía a sufrida vida de ejecutivo viajero. Así que terminé la coca zero y le digo que me voy. Él también. En el ascensor le pregunté cómo se llamaba y creo que entró en colapso. Sintió que era como hacerle una desconocida a un rockstar. Así que nos vamos juntos y me va a dejar al auto. Cuando llegamos me pregunta qué haré. Y me dice que vamos por unas copas y que después cada uno para su casa... en 5 segundos me imaginé tomandon 6 vodkas al hilo escuchando sus historias de LAN, One World, azafatas, hoteles, jetlag y las catorce veces que me dijo que tenía un dpto en El Golf en media hora. No gracias, le digo, nos vemos el próximo cumpleaños.

lunes, noviembre 05, 2007

7 razones porque agradezco a Dios por no ser superdotada

  1. Sería fea. ¿Alguien conoce a algún superdotado mino? Sharon Stone no vale, porque sólo tiene el CI más alto que el promedio. Tampoco hay Miss Chile que sean científico nucleares ni astronautas. Generalmente el look supertoda es: pelo negro carbón, cara peluda, unicejulares, verruga en la nariz, todo esto acompañado por obesidad mórbida.
  2. A mis 26 estaría al borde de la jubilación y no como ahora, obligada a trabajar hasta los 100 porque no tengo AFP. Si hubiera sido superdotada a las 9 meses habría estado en primero básico, a los 5 estaba en la graduación de cuarto medio, a los 8 estaría cursando el postgrado de física cuántica en Alemania y a los 14 se me habrían fundido las neuronas por tanto estudio. Obligada a tomar un curso de macramé para ocupar el tiempo.
  3. Eterna soltería. ¿Qué hombre moriría por una mina más inteligente que él? Sumado a que sería gorda, negra y peluda. Pésima combinación, nada que hacerle.
  4. ¿Qué hago con mi vida? Si estuviera en una fiestoca y un huacho me pregunta, y tú qué estudiaste? Me faltarían horas del día para responder y claramente huachomino saldría arrancando. Nada que ver decir: Soy geóloga, ingeniera civil, con estudios en medicina y especializada en neurocirugía, además en mis ratos de ocio escribo sobre filosofía griega en griego y lo traduzco al alemán, estudio sánscrito y dedico dos mañanas de la semana a leerle El Mío Cid Campeador en castellano antiguo a niños de dos años con riesgo social para disminuir la brecha educacional chilena.
  5. No tendría mis 18 pares de zapatos y mis 23 carteras. Mi closet no estaría lleno de pilchas, zapatos y carteras. Tampoco tendría tantos perfumes, cremas, accesorios varios y artículos inútiles que me encanta comprar. En mi pieza tendría un piano de cola, un arpa, una flauta traversa, un violín del siglo XVI, una cítara y estaría aprendiendo a tocar el chelo. Mis tardes de Parque Arauco serían reemplazadas por clases de música.
  6. Me llamarían más niños. Todos los días recibiría llamadas de algún huachomino para que resuelva difíciles ecuaciones del tipo: Si pierde Bolivia en Perú, empata Paraguay en Uruguay, Brasil pierde de visita con Colombia, Ecuador le gana a Argentina de loca y Chile gana 8 - 0 a Venezuela en el Nacional... estaríamos en Sudáfrica?
  7. Sería fea.

viernes, noviembre 02, 2007

Gualeta, prófuga de la justicia

El sábado pasado en la mañana tocan el timbre. Eran dos huachos y una camioneta. Hola buenos días, está la señorita Gualeta. Sí obvio, quién la busca. Investigaciones de Chile. Plop. Entra la Guagua rajada y Gualeta mira con cara de qué hice. Yo figuraba durmiendo y cuando escucho el grito, pienso al toque que es un asalto. Agarro el celular para llamar al papá que está en el negocio.
Gualeta sale con la mamá. Investigaciones de Chile está buscando a Gualeta. Gualeta, prófuga de la justicia a cometido un crimen que no recuerda. La mamá, nerviosa, le pregunta qué hizo. Gualetita, tu que eres choriza, no le echaste la puteada a alguien y te denunciaron? Gualeta trata de recordar. Los detectives le piden que revise en su memory stick cerebral si estuvo metida en alguna pelea, si no acuchilló a alguien, si no le pegó a un asaltante o no se le ocurrió atropellar a un flaite. Gualeta, no chocaste a alguien? Gualeta, nada.
Los detectives, que son más feos que el demonio, le traen una citación al juzgado. Tiene que estar ahí el lunes. Y yo ya me la imagino en la cárcel, llevándole cigarros y la pobre Guale sin gualetas y flaquita como un fideo.
Pero Gualetita tiene un momento de lucidez. Recuerda. Sí, ha cometido un delito, pero 10 meses atrás.
Era enero y Gualeta vivía en el norte del país. Trabaja en Chuquicamata. Era la gringa del desierto y los mineros le hablaban en inglés. Gualeta era la sensación de ese pueblo. Y un día, Guale tuvo que venir a Sanatiago de urgencia. Estaba en Antofagasta, así que obvio, la llamamos y le dijimos: oye Guale, tráete unos locos!! Y Guale obediente, compró 3 bandejas de locos, las metió en su mochila y partió a Cerro Moreno. En el aeropuerto, un punga funcionario del SAG le requisó el alimento que traía sus famélicas hermanitas que la esperaban con mayo casera y papas cocidas para el banquete. Le sacaron un parte. Le dijeron que era ilegal. Que los locos estaba en veda. Y Gualeta llegó a la capital con un mochila sin las bandejas de locos, pero con unas llenas de patas de jaiba. Así que se cambió el menú y se putió, durante la comida, al infeliz que osó dejar sin alimento a sus hermanas.
De vuelta en el norte, Guale va a la Fiscalía y el parte por su delito no está en ninguna parte. Va al SAG y descubre que en la fecha que ella viajó los locos no estaban en veda, sino que empezaba a contar en dos días más. Las autoridades le dicen que no cometió ningún delito. Que la verdad de la milanesa es que el funcionario era un loquillo. Se avivó con esta Gualetita hermosa y se quedó con los 18 locos cocidos y congelados. Que la dejó sin alimento. Que a parte de ser un lanza, nada pasaría.
Gualeta recuerda el delito y cae en la cuenta de que ese es el delito que cometió, pero no cometió. Le cuenta a los detectives y pasa un fin de semana pensando en cómo llegará ese día a su encuentro en el juzgado, mientras todos nos comprometemos a llevarle cigarros cuando esté en la cárcel.
Es lunes y Gualeta está en el juzgado. Llega con su prima regalona, que va a calmarle los ánimos en caso de que Guale entre en shok. Y queda en shok. Guale tiene un jucio en la Corte de Apelaciones de Antofagasta por tráfico de moluscos. 3 bandejas de locos, 18 moluscos y Guale arriesga 541 días de cárcel. O una multa de hasta 9 millones de pesos. Y está procesada en bajo el antiguo sistema de justicia, a pesar de que enero ya estaba la Reforma Procesal Penal. Un hecho extraño y dudoso, por decirlo menos.
Ahora Guale busca un abogado especializado en pesca. Y tiene que ir Antofa a arreglar sus papeles. Mi Guale es prófuga de la justicia.